SEXO Y SOCIEDAD EN PUERTO RICO

 

 

Por Juan Quintana

 

 

El presente trabajo recoge parte de los resultados de un estudio sobre la conducta sexual premarital y extramarital hecho en Puerto Rico durante los años 1979 y 1981.  Se utilizaron dos muestras de 350 sujetos, una de solteros y solteras de 17 a 34 años, y otra de casados y casadas de 19 a 45 años de edad.

 

 

Estilos de vida sexual afectiva

 

Alfred Adler fue quien acuñó el término "estilo de vida", queriendo indicar el enfoque único que tiene una persona de la vida y de sí misma.  Puede decirse que el estilo de vida es el resultado de actitudes, valores, necesidades, ideas, sentimientos.

En la investigación Sexo y Sociedad se estudiaron tres estilos principales de vida, el estilo convivencial, el afectivo y el sexual.

Un análisis del estilo convivencial indica que los hombres puertorriqueños prefieren el estilo de vida de solteros al de casados, a pesar de que el matrimonio, según los estudios realizados en Estados Unidos, tiene más ventajas para el hombre que para la mujer y que, también, los hombres solteros son menos felices y sufren más depresiones que los casados.  Las mujeres, sin embargo, prefieren en su mayoría el estilo matrimonial al de la soltería, aun cuando los estudios revelan que la mujer soltera es menos deprimida y neurótica que la mujer casada y, en relación con el sexo opuesto, más feliz que el hombre soltero.  El 58 % de los hombres, solteros y casados, de nuestro estudio prefieren la soltería, y el 61% de las mujeres, solteras y casadas, prefieren el matrimonio a la soltería.  El grupo mayor de aquellos hombres que prefieren el matrimonio son hombres solteros célibes o que nunca han tenido relaciones premaritales.  El grueso mayor de las mujeres (71% ) que prefieren la soltería son aquellas casadas que tienen o han tenido relaciones sexuales extramaritales.

¿Qué tipo o estilo de soltería y qué estilo de matrimonio son los que prefieren los sujetos de la muestra?  De las personas que eligieron la soltería como estilo de vida, la totalidad de los hombres (99% ) y la gran mayoría de las mujeres (84% ) están de acuerdo y prefieren una soltería liberal, con contactos afectivos y relaciones sexuales premaritales, en lugar de la soltería convencional, con abstinencia sexual.  Realmente no hay una diferencia marcada entre hombres y mujeres respecto al estilo de soltería que les agrada o agradaría llevar, el liberal o convencional.  La diferencia surge y se acentúa al especificar el estilo sexual preferido en la soltería: los hombres (62%) prefieren una soltería sexualmente libre o con sexualidad no exclusiva, mientras que las mujeres (94 % ) se inclinan por una soltería sexualmente posesiva o con sexualidad exclusiva.  Del grupo que eligió el matrimonio como estilo de vida convivencial, el 59% de los hombres prefiere un matrimonio afectiva y sexualmente libre, con relaciones sexuales extramaritales, y el 100% de la muestra de las mujeres prefiere el tipo de matrimonio convencional en el que únicamente tenga lugar una afectividad y sexualidad exclusivas o monogamia estricta.

El contacto íntimo y el afecto se consideran factores vitales para el desarrollo humano.  La mayoría de los hombres (70%), más los casados que los solteros, se inclina por una afectividad libre, no exclusiva: tener gran afecto a diferentes personas además de la esposa y/o de la novyia.  Un 80% de la muestra de mujeres, más las solteras que las casadas, prefiere un estilo exclusivo de vida afectiva: compartir la experiencia de gran afecto con una sola persona.

La actividad sexual ha sido una de las conductas humanas que más se ha enfatizado en las dos décadas anteriores.  Esta sobre-enfatización ha llevado a muchas personas a creer que la experiencia sexual es una actividad necesaria y trascendental, sexualizando, como resultado, grandes áreas de la vida humana relacional.  Nuestro estudio revela que el 65 % de los hombres prefiere un estilo sexual no-exclusivo, tener relaciones sexuales con más de una sola persona o pareja, y que el 92 % de las mujeres prefiere, sin embargo, un estilo sexual exclusivo, tener relaciones sexuales únicamente con una una sola persona del sexo contrario o pareja.  La mayoría de los hombres, el 78%, está a favor de un estilo sexual casual en el que el placer y la atracción física son más importantes que la relación entre dos personas, mientras que la mayoría de las mujeres, el 78 %, prefiere un estilo sexual relacional en el que el sexo es una forma profunda de comunicación.

Hombres y mujeres, independientemente del estilo de vida que llevan o sobrellevan en la actualidad, aspiran por unos estilos de vida relacional significativamente diferentes.  Ignorar, intentar, destruir o suplantar estas aspiraciones legítimas, aunque opuestas, no ayudará en nada al fortalecimiento y al desarrollo de las relaciones afectivas, creadoras y liberadoras entre el hombre y la mujer.

 

Concepto del Sexo

 

Los sujetos de la muestra evidencian un concepto conservador del sexo más que liberal, mítico-sagrado más que realista-científico.  A través de la historia, en cada cultura, el sexo ha recibido una gran variedad de significados asociándose con diferentes fenómenos socio-naturales y sentimientos humanos.  Esta diferencia conceptual también se manifiesta entre uno y otro sexo.

 

Sexo y amor

 

Los hombres y mujeres de la muestra, en general, piensan que el sexo es el resultado de un gran amor, pero cuando se refieren a la satisfacción sexual, los hombres, contrario a las mujeres, creen que para disfrutar del sexo no es necesario estar enamorados.  Esta concepción es confirmada a nivel de conducta sexual. Según el estudio, los hombres que tienen sexo premarital y extramarital, ya sea con una amiga íntima, novia, querida, no importa con quién, están nada o casi nada enamorados de la otra parte; mientras que las mujeres suelen tener experiencia sexual premarital y extramarital estando bastante y muy enamoradas de la otra parte.  Si por una parte el enamoramiento y el compromiso no son buenos compañeros de la conducta sexual del varón, por otra parte éste sigue creyendo que el "sexo sin compromiso ni enamoramiento que lo complique" no es lo mejor ni lo más deseado.  El hombre en teoría y la mujer en teoría y práctica enfatizan el aspecto relacional del sexo en contraposición a los aspectos casual y placentero.

Hombres y mujeres, si exceptuamos con reservas a los hombres solteros, se resisten a aceptar el sexo como placer, actividad lúdica y relajación, poniendo de manifiesto en la muestra de los varones cierta incongruencia entre la ideología sexual y el comportamiento sexual.  Por un lado, los hombres de la muestra creen, piensan que la experiencia sexual es una actividad demasiado seria y trascendental como para convertirla en juego, pero por otro lado la conducta sexual masculina suele ocurrir dentro de un marco y en unas condiciones que no cabe otra cosa que no sea placer y juego.

 

Sexo y matrimonio

 

En el mundo de los significados creado por el ser humano, sexo-amor y sexo-matrimonio, para bien o para mal, siguen el mismo patrón, interrelacionándose.  Sexo y amor, tan tabú el uno como el otro, están orientados hacia y limitados por el matrimonio que los insutucionaliza.

Los hombres casados y las mujeres solteras son el grupo más convencido, bastante, de que "el sexo es para ser usado sólo en el matrimonio".  Son las mujeres casadas quienes afirman con mayor convencimiento que ningún otro grupo de que la actividad sexual no es una actividad para que sólo tenga lugar en el matrimonio.  El hombre casado, quien practica más el sexo extramarital, es el que lleva la delantera en la defensa del sexo sólo para el matrimonio. ¿Será que teme que se conyierta en principio universal lo que él practica y, por ende, poner en peligro la legitimización de los hijos (los de su esposa)?

La muestra completa de hombres y mujeres, alrededor de un 70% en total, coinciden que el sexo es inseparable de la procreación y que además es una entrega mutua para toda la vida.

 

Sexo y mitificación

 

La sacralización del sexo es patente, al igual que la del matrimonio.  Las personas que participaron en el estudio, a excepción de los varones con experiencia sexual premarital y extramarital, puntúan sobre la actividad sexual un halo misterioso e indescifrable que la saca del contexto histórico y humano, sacralizándola.  El sexo ha sido solemnizado hasta el punto de llegar a convertirse en uno de los factores más determinantes en la toma de decisiones del compromiso conyugal, como de la desintegración matrimonial y familiar.  A la experiencia sexual se le ha dado el poder irracional de determinar la futura relación conyugal, si es premarital, o de romper la relación conyugal existente, si es extramarital.

Un poder mágico y especial subsiste igualmente en el fenómeno de la abstinencia sexual premarital cuando leemos los siguientes testimonios de algunas personas: "Uno debe ir virgen al matrimonio, para que luego no haya divorcio"; la sexualidad antes del matrimonio "puede crear inseguridad en la otra persona y llegar a desconfiar"; "si uno ha tenido relaciones sexuales premaritales, el hombre lo puede sacar en cara en cualquier discusión".

El hecho de que las personas con relaciones sexuales premaritales y extramaritales manifestaran un grado bastante inferior de sacralización sexual en relación con las demás personas, puede indicar que la experiencia sexual tal vez sea un factor importante que explique la humanización el sexo, como lo es también el conocimiento adquirido acerca del sexo por medios formales.

Si bien el varón tiene una concepción del sexo más amplia y con una variedad mayor de significados que la mujer, también explaya un número mayor de conflictos entre la ideología sexual y su conducta sexual, pudiendo repercutir de lgún modo en su salud físico-mental.

 

Sexualidad premarital y extramarital

 

Si comparamos el estudio Sexo y Sociedad con los estudios de Estados Unidos, la conducta sexual premarital y extramarital del hombre puertorriqueño es más pródiga que la del estadounidense.  El 87% de los hombres solteros y el 36 % de las mujeres solteras afirmaron tener o estar teniendo relaciones premaritales con una frecuencia de una o dos veces al mes.  El patrón de conducta sexual extramarital de la muestra de casados refleja una variación mínima en relación con las personas solteras, cuando un 68 % de hombres casados y un 31 % de mujeres casadas afirmaron tener relaciones sexuales coitales extramaritales con una frecuencia de una y dos veces al mes, en el caso de los hombres, y de pocas veces al año en el caso de las mujeres casadas.  En Estados Unidos el promedio de sexo premarital viene siendo de un 70% y 40 % en hombres y mujeres respectivamente, y de un 55% y 30% de sexo extramarital en el caso de hombres y mujeres casados respectivamente.

El hombre puertorriqueño inicia las relaciones sexuales extramaritales a partir del primer año de la boda o unión consensual, mientras que la mujer inicia generalmente las relaciona sexuales extramaritales. a partir del segundo y tercer año de matrimonio.

Los varones muestran un repertorio muy variado de personas con quienes comparten su experiencia sexual premarital y extramarital: novia, amante, amiga íntima, amiga común y otras personas sin ninguna relación en común, como turistas, recién conocidas, prostitutas y otras.  Las mujeres por el contrario, eligen para compartir la experiencia sexual premarital y extramarital a personas con quienes de alguna manera están enamoradas o comprometidas: amante, novio y amigo íntimo.

Si uno de los cónyuges busca sexo fuera del matrimonio, suele decirse que es porque el matrimonio no anda muy bien o porque sexualmente no se siente satisfecho(a) de su pareja.  Sexo y Sociedad revela que la comunicación interpersonal de los cónyuges, el compartir actividades y responsabilidad no tienen nada que ver con el sexo extramarital. El sexo extramarital ocurre tanto en el matrimonio con buenas relaciones interpersonales como en el matrimonio con relaciones interpersonales pésimas.  Lo mismo sucede con la satisfacción sexual dentro del matrimonio, ésta no explica el sexo extramarital de los hombres y probablemente, con algunas reservas, tampoco el sexo extramarital de las mujeres.  Los varones casados que tuvieron sexo extramarital explicitaron una satisfacción sexual dentro del matrimonio tan buena, con una tendencia a ser mejor, como la de los hombres casados que no habían tenido relaciones sexuales extramaritales.  Las mujeres casadas con sexo extramarital manifestaron una insatisfacción sexual dentro del martimonio significativamente mayor que las que no habían tenido sexo extramarital.  Algunas mujeres de la muestra que no tienen relaciones sexuales extramaritales expresaron que "tal vez tendría sexo fuera del matrimonio si el esposo no la complaciera sexualmente", dando a entender una asociación entre sexo extramarital e insatisfacción sexual marital en el caso de la mujer  También suele decirse que el sexo premarital y extramarital obedece a poco control y excesiva libertad que se da a la juventud y a las personas casadas.  Padres, esposos y esposas puede ser que se dediquen a la tarea de tener bajo control a los hijos y al cónyuge con el propósito de reducir al mínimo las oportunidades para el "affair" sexual.  Pues bien, Sexo y Sociedad, al igual que otros estudios estadounidenses, nos confirma que el control marital y familiar no explica la actividad sexual premarital y extramarital de hombres y mujeres.  Entre las personas casadas se da una tendencia a aumentar el sexo extramarital en la medida que hay más control conyugal.

Las razones expresadas por aquellas personas que se abstienen del sexo premarital y extramarital son también un factor importante para entender la sexualidad humana puertorriqueña.  La virginidad (un 80%) y los principios  religioso-éticos (un 64 %) son los supuestos principales de la abstinencia sexual de las mujeres solteras, siguiendo luego el temor al embarazo y a ser rechazada por la otra parte (un 13% ). Los hombres solteros fundamentan su celibato en los principios religioso-éticos (65 % ) principalmente, siguen en orden descendente el temor al embarazo de la mujer (24 % ), la oposición de la otra parte, la falta de oportunidad, la castidad y el temor a ser rechazado por la otra parte, todas ellas con un 1 8 %. Contrario a los hombres, ninguna mujer alegó como razón para la abstinencia sexual la falta de oportunidad y la oposición de la otra parte, el varón.

Las mujeres casadas se abstienen de la actividad sexual extramarital porque "no desean otra experiencia sexual diferente a la de su pareja" (8 1 % ) y por ser fiel a su marido (65% ) principalmente, sólo un 29% alega los principios religioso-morales.  Los hombres casados que se abstienen de sexo extramarital señalaron como razones principales la fidelidad (un 67% ) y los principios religioso-morales (53% ), siguen el "no desear otra experiencia sexual diferente a la de su pareja" (40% ), la falta de oportunidad (27% ) y el temor al embarazo de la otra parte y también a que se entere su mujer (20%).  Contrario a los hombres, la falta de oportunidad, el temor al embarazo y a que se entere su esposo no son propiamente razones para la abstinencia sexual extramarital de la mujer.

 

Todo puede ser diferente

 

 

La persona humana tiene la capacidad de pensar de una forma y actuar de otra.  En una sociedad monogámica, lo importante es salvaguardar a cualquier costa la ideología monogámica, la. creencia en los principios que puedan fundamentar la familia monogámica, como la legitimización de los hijos, la mutua fidelidad (la sexual, sobre todo), la posesividad o apropiación (el "tú eres mío o mía").  El creer que el marido o la mujer es fiel al cónyuge, es suficiente para que la estructura matrimonial persista fundamentándose en la mutua fidelidad, empece a que lo que se dé sistemáticamente o a que la realidad fáctica sea la infidelidad, los engaños, las excusas, las tardanzas. "Este es el encanto del matrimonio, dijo un pensador inglés, convierte el engaño en una necesidad absoluta".

Se ha puesto tanta esperanza en la sexualidad para la formalización de las relaciones afectivas y conyugales, que ya no se concibe el amor si no es amor sexual, ni la relación matrimonial si no es sellada con la actividad sexual.  Al sobreenfatizar la sexualidad se está convirtiendo al sexo en un indicador para medir el amor y la relación afectiva, en un lazo de unión y, al mismo tiempo, en un foco de conflictos, violencia y muertes no anunciadas.  El sexo no puede dar lo que no tiene.

Reaccionando a la "revolución sexual" de la década anterior, el "nuevo celibato" ("The New Celibacy") da testimonio de la posibilidad de otras formas de amar a la pareja que no sea la sexual y la de fomentar las relaciones conyugales (a corto y largo plazo) en otros supuestos más desarrolladores, creadores y placenteros, que el sexo.  Apuntalar las relaciones afectivas y conyugales, relaciones aspirantes a ser duraderas, en supuestos yariables y frágiles como la apropiación y la fidelidad sexual es lo mismo que construir sobre arena.

Es posible establecer unas relaciones afectivas duraderas y satisfactorias, de crecimiento humano, sin tener que creer en la fidelidad de la otra parte y sin necesidad de negociar siquiera la mutua fidelidad y la apropiación o mutua posesión.  La fidelidad sexual y la posesividad son producto y alimentan un esquema de relaciones humanas de dominio y poder, esquema desfavorable para la convivencia humana.

La sobrevalorización del celibato que revive el movimiento del "nuevo celibato" es tan peligrosa como lo es la sobrevalorización del sexo.  Sexo y celibato son intrascendentes.  Las complicaciones de una sexualidad que ha sido entronizada no jusufican el celibato.  La relación afectiva liberada de la dominación del sexo no sólo se logra mediante el "Nuevo Celibato" de Gabrielle Brown, sino también mediante el "Sexo Intrascendente".

El sexo intrascendente es la neutralización del poder sexual mágico, la neutralización de toda energía remanente y posterior al acto sexual, de toda influencia sexual en fenómenos, acciones y decisiones humanas postsexuales y asexuales.  Sexo intrascendente es renunciar al reclamo (para algunas personas, al "derecho") de apropiación y posesión de personas, principalmente de los órganos genitales.  Para la teoría del sexo intrascendente, la sexualidad es una actividad mental, voluntaria (no necesaria) y axiolóica (no tiene más valor que el que cada persona le dé).

Sexo y Sociedad muestra una diferencia profunda entre el hombre y la mujer respecto a la concepción del sexo, estilos de vida relacional y conducta sexual, tensionando y dificultando aún más las relaciones interpersonales afectivas duraderas.  Ha sido esta diferencia vivencial y el intento de su integración al modelo de la convivencia humana lo que ha motivado el estudio y desarrollo de la teoría de "sexo intrascendente".  Es un error valorar los estilos de vida convivencial (soltería y matrimonio) en función del sexo, y los estilos sexuales (exclusivo, no-exclusivo, casual, relacional) en función de la apropiación sexual.  Ninguno es más perfecto que el otro, todos tienen las mismas posibilidades de ayudar a enriquecer a la persona si el sexo es intrascendente.  La posible relación convivencial satisfactoria de personas con estilos sexuales diferentes no tiene por qué ser más difícil de lo que fue y es la convivencia de personas con diferente credo religioso y político.

Nos espera una forma de matrimonio que sea concebida más como una relación entre iguales que como una heteroposesión.  Las instituciones religiosas y los partidos políticos aminorarán la oposición sistemática a que se exploren otras formas alternas de matrimonio y de monogamia-, se reducirán al mínimo las barreras sociales, culturales y legales que separan y estigmatizan a las personas casadas de las no casadas; el pluralismo sexual dentro y fuera del matrimonio seguirá en aumento, aparecerán nuevos intentos por integrar a la relación conyugal la realidad fáctica de diferentes estilos sexuales de la pareja; la mujer tenderá a posponer el matrimonio y, de permanecer soltera, a cohabitar de vez en cuando, igual que el hombre soltero.