Ritos y Mitos

Mitos de la Creación | Rito Taíno del Sacrificio Humano


Mitos de la Creación

Mitología Indio-americana | Mitología Taína | Mitología Israelita

Una de las características de todas las cosmogonías es que la actividad creadora está acompañda de violencia, guerra, paz y victoria.

Mitología Indio-americana

En estas mitologías aparecen casi siempre dos personajes en la escena de la ceración. Cuando el ser supremo ha terminado o está por terminar la obra de la creación aparece un ser contrario que intenta malograr la obra divina o apropiarse de algo. En algunos mitos, este segundo personaje destructor es quien introduce la muerte en el mundo.

El mito cosmogónico de la tribu de algonquina de los lenapés (delawares) cuenta cómo el Gran espíritu creó la tierra y el cielo, con el sol, la luna y las estrellas, después a los ahombres y animales. "Pero un espíritu malo sólo puede crear seres malignos, mosntruos; creó las moscas y moscardones" (esta es la plaga que malogra el breve verano ártico). Después de la descripción de la felicidad de la primera humanidad, el mito continúa: "Pero un ser maligno, un potente mago, descendió en secreto a la tierra y trajo consigo la injusticia, el pecado y la desdicha; trajo la tempestad, la enfermedad y la muerte". A continuación el mito habla de una gran serpiente (monstruo) que odiaba a los hombres, que los expulsó de su patria y que causó una gran inundación, en la cual una parte de ellos fue devorada por monstruos marinos y, la otra, salvada sobre una tortuga por su antepasado Nanaboush. Esta gran serpiente probablemente sea el espíritu maligno original.

Los arapahos, otra tribu algonquina, poseen un mito de la creación tan largo que su recitación duraba cuatro noches. En este mito, el adversario Nih'ãsã ("hombre amargo") actúa cuando el creador está a punto de terminar la creación de la Tierra. Nih'ãsã es el único superviviente de una generación de seres malignos creados antes de la creación de la humanidad y posteriormente aniquilados por el Creador. Nih'ãsã, apoyado en un bastón, llega a la asamblea de los hombres en cuya presencia trabaja el Creador en la culminación de su obra, y pide la potencia creadora y el dominio de una parte de la Tierra. El Creador le concede la primera petición; entonces Nih'ãsã extiende su bastón y comienza a crear las colinas y los arroyos. Toda la asamblea queda sobrecogida de tal acción. Luego el Creador toma un poco de pulpa de álamo y la arroja al agua; la pulpa se sumerge y vuelve a emerger. "De esta forma viviréis vosotros los seres humanos" (es decir, moriréis y pronto resucitaréis). Pero Nih'ãsã replica: "La tierra no es grande y pronto estará sobrepoblada". Toma un guijaro, lo lanza al agua, se hunde y desaparece para siempre: "Así será la vida en el más allá". Entonces el Creador dice: "Tu has pedido una parte de la Tierra, yo haré otra para ti". Coge un puñado de tierra y lo lanza al océano. "Donde caiga esta tierra, se encontrará tu país -más allá del océano".

Según los mitos de loas maidus, tribu de California central, el Creador quiere que cuando los hombres sean viejos se sumerjan en lago y de esta forma se rejuvenezcan. Se lo demuestra rejuveneciendo a Kuksu, el primer hombre. Pero Coyote (lobo de las praderas, que en los mitos aparece casi siempre bajo forma humana) quiere que los hombres mueran y les dice que así será mejor; podrían entonces celebrarse solemnes ceremonias por los muertos, las viudas tendrán la posibilidad de casarse de nuevo, etc. El Creador cede a regañadientes. En una ocasión Coyote organiza una fiesta que se inicia con carreras. El único hijo de Coyote, excelente corredor, va delante y pasa cerca de un hoyo donde se oculta una serpiente de cascabel. La serpiente le muerde y muere en el acto. Coyote, apesadumbrado, lo lleva al lago que rejuvenece a los hombres y lo arroja al agua, pero el muerto no vuelve a la vida. Tal es el castigo que sufre Coyote por haber introducido la muerte en el mundo.

En otro mito de la tribu californiana de los wintuns, Olelbis, el Creador, desea que los hombres vivan como hermanos, que no exista nacimiento ni muerte, que la vida sea fácil y agradable. A tal efecto, crea una especie de bellotas (fruto esencial para la tribu) para la alimentación. Encomienda a dos hermanos (los "divinos gemelos") que construyan un camino de piedra que permita a los hombres subir al cielo, bañarse en una fuente maravillosa y beber en otra para rejuvenecerse. Mientras los dos hermanos se ocupan de esta tarea, se les acerca un hombre, Sedit, adversario de Olelbis. Este les dice que mejor será que haya matrimonios, nacimientos, muertes y trabajo en el mundo. Uno de los hermanos se deja convencer y ambos se dedican a destruir el camino que estaba apunto de finalizar. Se convierten en quebrantahuesos y emprenden el vuelo. Sedit se arrepiente de haber introducido la muerte, no quiere morir, se construye un armazón de hojas para volar al cielo, pero las hojas se secan, cae y queda destrozado. Olelbis desde lo alto del cielo dice: "He aquí la primera muerte; de hoy en adelante los hombres morirán".

Según el mito de los samoyedos, que habitan en el extremo norte de Siberia, al principio no hay tierra, sólo agua. Num, el creador, vive en las alturas y con él muchos pájaros. Les ordena zambullirse y buscar un poco de tierra al fondo del océano. De la poca tierra que traen, Num forma una más extensa. Cuando ésta es lo sufientemente grande como para construir viviendas, Num dice a los pájaros: "Esta noche reposemos". Entonces llega un miestrioso anciano que pide cobijo por una noche. Num se lo niega al principio, pues no ha hecho nada por crear la tierra, pero al final termina por acogerlo. Al amanecer, el anciano ya no está en la cabaña, sino en el otro extremo de la tierra; finge labarse el rostro, pero de hecho intenta dividir la tierra. Num le grita: "¿Qué haces? Ya has dividido la mitad de mi obra! Vete!". El anciano se va. Num continúa agrandando la tierra, crea los ríos, los árboles, los animales y asigna a cada hombre de una vivienda. En este momento regresa el anciano y pide un lugar para habitar. Num se niega. El anciano insiste: "Déjame sólo un lugar donde pueda apoyar mi bastón, con eso me basta". Num responde: "No es gran cosa. Está bien". El anciano hace un hoyo con el bastón en el que se esconde y burlonamente exclama: "Muy bien, ahora que estoy bajo tierra encantaré a los hombres" (haciéndoles morir).

Para los yakutos, del extremo noreste de Siberia, al principio la tierra estaba cubierta de agua; no se veía otra cosa que un mar infinito. Ai-tojon, seer supremo, planea sobre las aguas y ve flotar una especie de burbuja de la cual surge una voz. Ai-tojon pregunta: "¿Quién eres y de dónde vienes? -Soy el adversario y vivo en la tierra que hay en el fondo de las aguas. -Si es verdad que allí hay tierra, dice Ai-tojon, tráeme un trozo". El adversario se zambulle y trae un poco de tierra. Ai-tojon la toma, la bendice y se acuesta sobre ella. Al ver esto el espíritu maligno, quiere hundirla y empieza a tirar del islote flotante para hacerle zozobrar; pero cuanto más tira de él más se extiende la tierra, hasta que cubre casi completamente las aguas.

El origen de este adversario del Creador es misterioso. El adversario está ahí; no se sabe de dónde llega o se introduce simplemente como si existiera al mismo tiempo que el ser Supremo. En un mito de los maidus, Coyote y su "perro", la serpiente de cascabel, surgen de la tierra. Los coriacos, tribu del norte de Siberia, poseen un mito según el cual el Gran Cuervo nace del polvo que cae a la tierra desde el cielo cuando el Ser supremo afila el cuchillo su piedra. Menú

Mitología Taína

De la mitología cósmica taína sólo se conocen piezas aisladas que fueron recopiladas por los primeros cronistas españoles que tuvieron contacto con la raza taína. Carecemos del mito en su totalidad y en el orden que era recitado.

En el principio "hubo un hombre llamado Yaya, del que no saben el nombre y su hijo se llamaba Yayael, que quiere decir hijo de Yaya". Ia en arahuaco, lengua original de los taínos, significa "espíritu, esencia, causa primera de la vida". Yaya es el Ser supremo, el Gran espíritu, origen de toda creación.

Todo iba bien hasta que un día Yayael se rebela contra su padre. Este lo destierra cuatro meses. A su regreso siguen las diferencias y Yaya lo mata, coloca sus huesos en una clabaza o higüera que cuelga del techo de su bohío. Un día Yaya y su mujer quisieron ver los restos de su hijo y cuál fue la sorpresa cuando lo que encontraron fueron peces, los cuales decidieron comer.

Mientras tanto, una mujer, Itiba Cahubaba (símbolo de la paridora Madre tierra), moría al dar a luz cuatro gemelos (gemelos creadores, símbolos de los cuatro puntos cardinales, la creación expandida, y de los cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire). El primero en salir era caracaracol (piel áspera) y se llamaba Deminán. No se sabe cuál fue el padre. Probablemente los cuatro gemelos divinos son el resultado de la unión entre la Madre Tierra y el Padre Cielo, Yucahu o Yucahuguamá, el Ser de la Yuca, deidad inmortal y celestial que nadie podía ver y cuya madre se llamaba Atabey, Madre de las Aguas.

Un día, mientras Yaya estaba viendo sus conucos de maiz y yuca, llegaron al bohío los cutro gemelos divinos y Deminán Caracaracol descolgó la calabaza llena de peces. Mientras los comían, sintieron los pasos de Yaya. En la huída se les cayó la calabza de higüera rompiéndose en el acto. "Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza que llenó toda la tierra, y con ella salieron muchos peces; y de ahí dicen que haya tenido origen el mar". La rotura de la calabza mítica hace alusión a la creación del mar, pero también al posible diluvio universal.

Los gemelos divinos, en su huída, se encuentran con el mudo Conel y llegan a la puerta del anciano Bayamanaco (Dios del Fuego), quien guardaba celosamente el cazabe (pan de yuca) y la cohoba (droga alucinUgena). Deminán le pide al viejo un poco de cazabe. Bayamanaco se indigna y le lanza a la espalda un escupitazo de cohoba (guanguayo). "Entonces sus hermanos le miraron la espalda, y vieron que la tenía muy hinchada; y creció tanto aquella hinchazón, que estuvo a punto de morir. Entonces procuraron cortarla, y no pudieron; y tomando un hacha de piedra se la abrieron, y salió una tortuga viva, hembra; y así se fabricaron su casa y criaron la tortuga".

Con el nacimiento de la tortuga hembra, símbolo de la creación de la primera mujer que engendraría a los humanos culmina el ciclo de los dioses creadores e iniciar la creación del mundo sensible (Sebastián Robiou).

El sol, la luna y la humanidad surgieron de lo profundo de una cueva (símbolo del útero de la Madre Tierra) llamada Iguanaboína, la cueva de la Serpiente Parda, localizada en el Este, la región del cacique Mautiatihuel, el Señor de la región del alba.

Cuenta el mito y no acaba que en el Oeste de la Española había una montaña mágica llamada Cauta con dos cuevas: Cacibajagua, de la cual salieron los taínos, y Amayaúna de la que salieron el resto de la humanidad no taína. A la entrada de la cueva unos vigilantes hacían guardia para que nadie saliera durante el día, pues se creía que los rayos del sol los transformarían. Un día Mácocael se entretuvo fuera de la cueva, "tardó en volver a la puerta, dicen que se lo llevó el Sol" y fue convertido en piedra. A otros les pasó lo mismo, convirtiéndose en árboles de jobos (árbol divino). Yahubaba salió a recoger hierba digo poco antes del amanecer, le sorprendió el Sol a mitad camino y "se convirtió en pájaro que canta por la mañana, como el ruiseñor, y se llama Yahubayael". Algunos interpretan este mito como creación de los reinos mineral, vegetal y animal por los rayos solares antes de salir la humanidad del útero terrenal.

La mitología taína tiene un mito sumamente melancólico y poético que narra la creación final del género femenino. Un día Guahayona se rebela en la cueva de origen y arenga a las mujeres que se vayan ellas y sus hijos con él. Guahayona, las mujeres con sus hijos y su cuñado el cacique Anacacuya, emprendieron el viaje mítico en una canoa a una legión lejana. Durante el viaje, Guayahona se deshace primero de todos los niños junto a un arrollo y luego de su cuñado. "Dicen que los niños lloraban y llamaban a sus madres que se habían ido… Y lorando así, y pidiendo teta, diciendo 'toa, toa', como quien pide una cosa con gran deseo y muy despacio, fueron transformados en pequeños animales, a manera de ranas, que se llaman tona". La rana es símbolo de las lluvias. Guahayona enseña un cobo o caracol a su cuñado Anacacuya. "Cuando miraba el agua para ver el cobo, su cuñado Guahayona lo tomó por los pies y lo tiró al mar, y así tomó todas las mujeres para sí, y las dejó en Matininó, donde se dice que hoy día no hay más que mujeres. Y el se fue a otra isla, que se llama Guanín, y se llama así por lo que se llevó de él, cuando fue allá".

Los hombres apesadumbrados, sin mujeres y sin niños, fueron un dia lluvioso a lavarse en un rio. "Pero aquel día, lavándose, dicen que vieron caer de algunos árboles, bajándose por entre las ramas, una cierta forma de personas, que no eran hombres ni mujeres, ni tenían sexo de varón ni de hembras, las cuales fueron a cogerlas; pero huyeron como si fuesen anguilas". E tonces buscaron cuatro hombres caracaracoles (¿los cuatro gemelos divinos?), de piel áspera que lograron sujetarlas. "E igualmente tomaron a aquellas mujeres sin sexo de varón ni de hembra, y las ataron los pies y las manos, y trajeron el pájaro inriri (pájaro carpintero), y se lo ataron al cuerpo. Y éste creyendo que eran maderos, comenzó la obra acostumbrada, picando y agujereando en el lugar donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres. Y de este modo dicen los indios que tuvieron mujeres, según cuentan los más viejos". Desde aquel día, el pájaro carpintero lleva una cinta roja en su pecho o en su cabeza. Menú

Mitología israelita

Los mitos de la creación de los pueblos orientales coinciden en afirmar que el orden (justicia) y la vida surgen del desorden (injusticia) y del caos. La creación es una acción contra la nada, contra el caos, más que de la nada.

Yahweh, el dios de Israel, es celebrado y experimentado originalmente por los israelitas como creador del pueblo de Israel y no como creador del mundo. Los hebreos tardaron varios siglos en elaborar una mitología cósmica e incluirla en sus ritos. La doctrina de la creación del mundo no figura en la obra histórica de los deuteronomistas (Deuteronomios, Josué, Jueces, Samuel y Reyes, compuestas durante el exilio), ni en los dichos de los profetas pre-exílicos, a excepción de expresiones exporádicas en Amós. La doctrina de la creación juega un papel central en la obra del profeta desconocido del exilio que se recoge en Is. 40-55, en los Salmos y en los sapienciales (Proverbios, Job, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría de Salomón). Los documentos primarios que confirman a Dios como creador de los cielos y la tierra son los salmos de la Biblia, que, por su alusión constante, parce ser que la doctrina de la creación jugaba un papel importante en el culto del Templo. Los salmos son composiciones para la liturgia del templo de Jerusalén y parecen provenir en su mayoría de la monarquía, otros son post-exílicos. El salmo 96 es una celebración y un canto de alabanza a Yahweh, rey y creador de cielos y tierra. "Al celebrar la creación no se está dando una explicación objetiva y científica sino que se está viviendo una experiencia. La experiencia del pueblo no es la de un principio cronológico ni la de una creación de la nada, sino la de una afirmación de la justicia de un mundo que estaba amenazado por la injusticia" ( J. V. Pixley: Pluralismo de tradiciones en la religión bíblica) y el desorden.

Las tradiciones hebreas anteriores a su asentamiento en Canaán no dan cuenta de mitos ni de ritos o celebraciones cultuales referentes a la creación del mundo (fiestas de Año Nuevo). Las grandes fiestas de la confederación de tribus hebreas (Tabernáculos, Pascua y Pentecostés) son fiestas para celebrar el origen, la liberación y desarrollo del pueblo de Dios, Israel. "Yahweh vino a ser conocido como creador de los cielos y la tierra y celebrado como tal a través de la influencia yebusea que ingresó en Israel desde la ciudad de Jerusalem. Jerusalem fue incorporada a Israel cuando la conquista de David… La ciudad de Jerusalem tuvo un gran impacto en la vida religiosa de Israel, a partir de su selección como capital. Una contribución no pequeña fue la fiesta de Año Nuevo y la celebración de Yahweh como creador de los cielos y la tierra" (Pixley, ib.). Hay que recordar que después de la conquista de Jerusalem, eran los sacerdotes yebuseos y no los sacerdotes hebreos quienes administraban el Templo. Con todo y eso, la doctrina de la creación sólo es aceptada por un grupo de intelectuales; y no es hasta el siglo sexto, después de la destrucción del templo, que pasa a ser doctrina aceptada por los judíos tradicionalistas.

La estructura básica de los mitos cosmogónicos semíticos ancestrales (como los de Mesopotamia y Canaán) es bastante similar a la de los mitos indioamericanas, consiste en una victoria (precedida por una lucha) de Dios sobre su adversario, el mostruo de los mares o de los rios. En Canaán, catorce siglos a. C., Baal lucha contra Yam (Mar) y Nahar (río) a quienes vence, proclamándose de inmediato rey de los dioses, y procede a construir un templo o palacio, símbolo del cosmos, en siete días. En el canto de Enuma Elis, hallado en diferentes ciudades de Mesopotamia, Tiamat, diosa madre y monstruo marino, amenaza con destruir a toda la familia de dioses celestiales. Los dioses amenazados logran convencer a Marduk, un dios joven, fuerte y valeroso para que luche contra Tiamat. Marduk gana la pelea y procede a formar los cielos y la tierra con las partes de Tiamat. Una vez creado el cosmos, procedió a crear a los hombres, comida diaria para los dioses en forma de sacrificio. Sin duda alguna, Israel, que carecía de una cosmogonía, sabía de estos mitos, a tal punto que el mito más antiguo de la creación existente en la Biblia, como es el de los Salmos, coloca a Yahweh peleando y venciendo al monstruo Rahab y otras veces a Leviatán (Salmos 74, 12-17; 89, 10-12). Luego de vencer al monstruo, Yahweh esteblece el orden cósmico. Encontramos referencias bíblicas de este mismo mito en Job 26,12-13 (composición post-exílica) y en Is. 27,1. En ambos textos se identifica a Leviatán con la Serpiente Huidiza (najas bariaj). Esta serpiente, enemiga de Yahweh, posiblemente sea la misma serpiente sesgada (brj) enemiga del dios Baal. La serpiente huidiza, la serpiente del mito de la creación del hombre, Leviatán y Rahab hay que clasificarlos en la categoría de monstruos, cuyo origen es desconcido, huellas de un politeísmo practicado por los israelitas durante siglos y que, después de superar el mismo, entra en el juego del dualismo.

Una vez el pueblo de Israel piensa en su Dios como creador de cielos y tierra, los líderes religiosos y sacerdotes se dieron a la tarea de formular una versión "oficial" del mito de la creación eliminando hasta dode sea posible todo vestigio politeista. La versión oficial del mito de la creación del mundo (Gen 1,1-2,4a), muy posterior al mito de la creación del hombre (Gen 2,4b-3,24), y que aparece al frente de la Torah, tiene trazos de ser una composición pos-exílica.

En los mitos cósmicos semíticos pueden distinguirse estas tres fases:

  1. La victoria sobre el caos (mostruos marinos).
  2. La construcción del cosmos.
  3. La coronación del dios creador como Rey del panteón celestial.

Estas tres fases están presentes en el mito de la creación del pueblo de Israel en su forma pre-exílica (Salmos 47, 93, 95, 97, y 98); no así en la forma post-exílica del mito de la creación que aparece en el Génesis, donde no está presente la lucha contra el adversario ni la coronación de Yahweh como rey. Los constructores del mito de la creación del Génesis eliminaron todo vestigio de lucha y de celebración del reinado, tanto al iniciar como al concluir la acción creadora. El Dios del Génesis es un Dios solitario, sin corte celestial con quien celebrar la gesta de la creación; este Dios crea aparentemente sin dificultad ni oposición alguna, con decir "hágase…" es suficiente. El mito de la creación en el Génesis es comprensible si se tiene en cuenta que dicha narración forma parte del documento sacerdotal P. Esta fuente está a favor del Dios único y solitario, sin descendencia, sin monstruos ni corte celestial ni nadie que le acompañe. Pero aún así hay vestigios de lucha en el mito. Algunos autores interpretan como un grito de guerra la palabra mandatoria de "Hágase!" que aparece en cada versículo. Afirman también que el supuesto mal traducido "abismo", no es otra cosa que el monstruo marino Tehom. Dice así el mito: "La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas cubrían la superficie del océano (tejom), mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas". Tehom es un caos acuático y etimológicamente equivalente a Tiamat del mito babilónico. Además, la creación no terminó con el caos original o desorden; lo que hizo Dios fue limitar sus poderes poniendo un límite o coto a las aguas tenebrosas y subterráneas, a los monstruos y a las tinieblas. Si el caos acuático no es un adversario de Dios en el mito del Génesis, sí es algo que hay que respetar y, tal vez, ser temido por la humanidad de todas las generaciones.

Tanto los intelectuales post-exílicos, los rabinos cultos del del período helenístico, los filósofos y misioneros judíos como los cristianos han visto en el mito de la creación la base y la pieza central para justificar la universalización (globalización) de su Dios y de su religión. Un solo Dios y una sola religión en el globo.

"Junto con la mitología de la creación del cosmos, Yahweh adquirió también de la religión cananea una corte celestial bajo su mando y soberanía" (Pixley). Yahaweh aparece como Rey y soberano, no sólo de los cielos y tierra, sino también de los otros dioses (Salmo 82). Ante el peligro que representaba un panteón de dioses a la exclusividad divina del Dios de Israel, los intelectuales y líderes religiosos redujeron a los miembros de la corte celestial a espíritus y ángeles semidivinos y les dieron unas funciones de siervos y mensajeros de Yahaweh (I Reyes 22, 19-22). "Las raíces históricas de toda la angelología judía y cristiana están en el panteón que Yahaweh adquirió al entrar en contacto con las religiones cananeas y al apropiar para sí su elaborada mitología" (Pixley).

Los miembros, ahora ángeles, de la corte celestial tienen cada uno una misión especial y pueden contarse con los dedos de la mano. Los más sobresalientes son: Satán (el obstaculizador), Miguel (príncipe militar), Gabriel (revelador de misterios y sabiduría) y Rafael (tutor, ayudador constante). Menú

Rito Taíno del Sacrificio Humano

Dejando a un lado la discusión de si la ribalidad y diferencia en costumbres entre taínos y caribes fue una creación de los conquistadores y sus cronistas más que una realidad etnográfica, lo cierto es que tanto taínos como caribes practicaban el sacrificio de seres humanos, los descuartizaban y los comían. El Dr. Chanca y Pedro Mártir relatan que los indios taínos "descuartizan el cuerpo de un guerrero caníbal (entiádase indio caribe) en presencia de los demás, lo asan, lo desgarran y devoran con furiosas dentelladas". Y en otro lugar dice Pedro Mártir que "los taínos asesinaban con rabia y como si ofrecieran sacrificios a Dios". Esta acción ha sido objeto de varias interpretaciones por los mismos cronistas: como canibalismo, como un acto de venganza y como un rito religioso. La mayoría, si no todos, de los descuartizamientos de guerreros españoles por parte de los indios taínos y caribes, así como los descuartizamientos de guerreros caribes por parte de lo indios caribes hay que interpretarlos en el contexto religioso y no militar.

El sacrificio humano ha sido práctica en la mayoría de las religiones, sobre todo en las religones indioamericanas. Incluso la religión cristiana se fundamenta en el sacrificio de un ser especial, el hijo de Dios.

Los taínos y caribes pensaban que al comer la carne de un héroe o un semidios acquirirían las características excepcionales del sacrificado. Su intención era la de comulgar (como hacen los cristianos actualmente) y no la de linchar.

Recientemente se descubrió un manuscrito anónimo encontrado por Jean-Pierre Moreau en la biblioteca Inguimbertine de Carpentras, publicado en francés por este historiador con el nombre de "Un filibustier francais dans la mer des Antilles (1618-1620)" en 1990. En dicho documento se menciona que los caribes-insulares no sólo tomaban como cautivos mujeres y, posteriormente, negros durante sus excursiones guerreras para sostener su mencionada estructura social, sino que también traían consigo guerreros enemigos (inibis). Bajo el título "Manére de manier leurs ennemis pr-is en guerre," el cronista francés nos narra objetiva y detalladamente el extenso ritual a que era sometido el enemigo tomado en guerra, llamado Tamons, hasta ser sacrificado y comido en un importante ceremonial y, a la vez, nos aclara que las mujeres y los negros esclavos estaban excluidos de esta práctica antropofágica.

El cautivo tenía que ser un hombre de una tribu enemiga y tener más de 18 o 20 años; por cinco o seis meses era bien tratado, dejándole en una hamaca, comer y dormir todo lo que quisiera. El día señalado, se celebraba una gran ceremonia, a la cual asistían los principales jefes adornados con plumas de un mismo color, collares y con sonajeras de caracoles en las piernas. Estos sostenían en una mano un garrote de madera (bouttou) y en la otra una larga caña adornada con plumas de cotorra. A todos, incluso al cautivo en medio de la ceremonia, se le daba una bebida embriagante hecha de cazabe. Entonces las mujeres y luego los niños, bailaban alrededor del prisionero repitiendo: "Tamon Tamon éhe éhe". Luego los hombres se acercaban ritualmente formando un semicírculo alrededor del guerrero enemigo repitiendo el mismo cántico por largo tiempo y dándole de beber continuamente. Los jefes lo amenazaban a intervalos con sus garrotes Y sorpresivaniente le daban un rudo golpe mortal en la nuca.

E1 guerrero sacrificado era entonces descuartizado por el jefe más viejo y su carne se asaba a la parrilla durante el resto de la noche, mientras continuaba el caouynage. A la mañana siguiente todos participaban del ritual de comer la carne del enemigo. Su cabeza se quemaba en las cenizas, sus restos se lanzaban al mar y los huesos de sus brazoos o piernas se guardaban para hacer unas flautas utilizadas en sus ceremoniales.

Este ritual antropofágico de los caribes insulares, el cual debe comprenderse como una especie de comunión colectiva con la cual creían obtener el valor de sus enemigos y no como un medio de saciar su hambre o venganza, ya estaba en decadencia hacia los años que el anónimo cronista francés visitó las Antillas Menores a principioss del siglo XVII. Su origen, sin duda, proviene de Suramérica, donde incluso hay evidencia etnohistórica de tribus arahuacas que lo practicaban, asi como también nuestros taínos.

El manuscrito del "Anónimo de Carpentras", publicado y anotado por Moreau 370 años después de haber sido escrito, arroja la. luz necesaria para comprender la realidad del supuesto canibalismo de los caribes y taínos.
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