Monoteísmo bíblico y Africano

La experiencia Israelita | La experiencia Africana

La Experiencia Israelita

Religiones trivales

¿Cómo surge la nación de Israel? Israel es el resultado de una liga de 12 tribus autónomas (anfictionía) en torno a un santuario común. El lazo de unión de estras tribus era la alianza entre Yahweh y su nuevo pueblo. El centro de la alianza tribal era un objeto sagrado llamado el ‘aron, una caja de madera donde se guardaban las tablas de piedra inscritas con la ley de Yahaweh (el arca de la alianza). Este objeto era el trono y el símbolo de la presencia de Dios. En pleno desierto no es concebible pensar en una ciudad ni en un templo.

En el capítulo 24 del libro de Josué, se dice que éste líder convocó en presencia de Dios (delante del objeto sagrado) a una asamblea de las distintas tribus que se encontraban desde hacía varias generaciones en las montañas de Canaán (banda de hebreos en el desierto que no son Israel). Narra a la asamblea las hazañas de su Dios para con los hebreos que habían salido de Egipto y llegaban del desierto de Sinaí. Presenta las demandas de este Dios para el pueblo que le aceptara como tal y termina retando a las tribus invitadas a entrar en una alianza jurada delante del objeto sagrado. Parece ser que el contenido de esta alianza eran: el ‘aron, la ley de Yahweh y las tradiciones sobre las hazañas de Yahweh a favor de los hebreos esclavizados.

¿Cómo surge el culto a Yahweh?

Según la leyenda, Moisés, líder de los hebreos esclavizados en Egipto, tuvo que huir al desierto de los madianitas por haber matado a un egipcio que asaltaba a un hebreo. En el desierto, Moisés se casa con la hija de un sacerdote (Jetró, Jobab o Reuel) de esa región. Mientras su estadía en el desierto se le aparece el dios Yahweh a Moisés (Exodo 3:13, 15). Este texto revela lo siguiente: que antes de Moisés el dios de los hebreos no era Yahweh; fue después de Moisés que los hebreos identifican a este Yahweh con los dioses que habían adorado anteriormente.

¿De dónde aprendió Moisés el nombre de Yahweh y cuál era la religión de los Patriarcas? Los documentos bíblicos afirman que fue una iniciativa de Yahweh, pero esta es una respuesta teológica que no satisface al estudioso de las religiones. Las fuentes extrabíblicas no satisfacen la respuesta sobre el origen del nombre de Yahweh. Las fuentes bíblicas dan cuenta de que este nombre fue usado antes de Moisés por grupos del desierto (los Madianitas y los Quenitas –Caín fue padre de los quenitas-). El relato bíblico del encuentro entre Moisés fugitivo de la justicia y su sugro en el desierto puede darnos una clave (Exodo 18:7-12). Encontramos que este sacerdote de Madián ofrece sacrifio a Yahweh a favor de Moisés. Por otra parte, Caín, padre de los quenitas, aparece en la mitología israelita como adorador de Yahweh. La mayoría de los investigadores concuerdan en reconocer que la historia pre-israelita del dios Yahweh se pierde entre los quenitas, quienes a su vez eran un clan de la tribu mayor conocida como Madián.

La naturaleza de este dios quenita era la de un dios:

¿Cuál fue la religión de los hebreos antes de Moisés?

Ni Moisés ni Josué presentaron a Yahweh como un dios nuevo y desconocido para los hebreos de su época. Todo da a indicar que Yahweh era el mismo dios que el Dios de Abraham, como también el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, el dios al que habían adorado lo hebreos primitivos. Lo nuevo sería que ese Dios tiene ahora un nombre: Yahweh.

En el Génesis podría detectarse algunos elementos de lo que serían las religiones de las tribus pre-israelitas (antes de la alianza anfictiónica o agrupación de las mismas por Moisés). En Génesis 31:51-54, Jacob jura por el Pajad Yisjad (Pariente o Temor de Isaac, su padre). También se mencionan a Dios de Abraham, el abuelo de Jacob, y el Dios de Najor, padre de Labán.. Los documentos israelitas nos trasmiten otros nombres divinos que seguramente provienen de las religiones tribales: Abir Yaacov (el Fuerte o el Toro de Jacob). Fuera Yahweh o no distinto a dioses de los patriarcas, lo importante es que para el narrador israelita y para los maestros religiosos que formularon y transmitieron las tradiciones y leyendas de esa época los identifican de tal forma que los diferentes dioses sobreentendidos con el nombre de "Dios de los Patriarcas" se van a interpretar como manifestaciones de Yahweh.

Una característica común a los "Dioses de los Patriarcas" es la de un dios de la tribu, de la raza, y no la de un dios de un lugar (de un monte, de los mares…).

La religión yahwista fue lo que unió a los hebreos que venían del desierto fugados de Egipto bajo la dirección de Moisés con los hebreos que estaban ya en la tierra de Canaán y adoraban a sus dioses tribales. Esta liga anfictiónica fue el primer paso para el establemiento de Israel como una nación, que se estrena bajo el reinado de David.

La religión agraria

Los hebreos que venían del desierto inician su asentamiento en las laderas de las montañas de Canaán y surge gran hostilidad entre las tribus hebreas y los cananeos. Entonces es que Josué intenta la formación de la liga entre los hebreos bajo la presencia de Yahweh, el "guerrero" para defenderse de las poblaciones sedentarias como los cananeos y los filisteos. Contrario a otros asentamientos en los que la cultura de los moradores de la tierra desplaza la cultura del nomadismo, vista casi siempre como inferior, en Israel se mantiene la cultura del desierto como la cultura buena y pura (la frase: "Mi padre era un arameo errante" estaba siempre latente en la mente del hebreo).

Los israelitas aprendieros las técnicas de producción agrícola de los cananeos, pero también aprendieros la cultura, los ritos y las celebraciones inseparables de las faenas agrículas. En la Biblia se encuentran muchos elementos de los cultos agrarios del pueblo cananeo. Las tres grandes fiestas bíblicas que hacen referencia al período nómada son fiestas de las cosechas: Pascua es el principio de la cosecha del grano; Pentecostés, siete semanas más tarde, señala el final de ésta, y Tabernáculos es la fiesta de la vendimia al final del verano. Al asimilar estas fiestas del calendario agrario se las asoció con los eventos del éxodo: la comida del pan sin levadura se le asocia con la partida apresurada de Egipto; los tabernáculos fueron interpretados como un recuerdo de las tiendas de campaña del desierto.

Confrontación entre Yahweh, dios del desierto y guerrero, y
Baal, dios potente, viril y culto Señor de la tierra

La vida sedentaria trajo como consecuencia una confrontación entre el dios de los hebreos y el dios de los cananeos, entre Yahveh y Baal. Esta confrontación generó dos movimientos incesantes: uno de incorporación del culto de Baal a la estructura del yahwismo, identificando a ambos dioses (ambos eran celestiales y guerreros, sólo que Baal lucha con otros dioses y Yahweh con los enemigos de los hebreos), y otro de exclusividad de sólo Yahweh.

Incorporación del culto de Baal a la estructura del yahwismo

La mayoría del pueblo israelita anterior al exilio babilónico identificó a Baal con Yahweh, atribuyendo a Yahweh la virilidad del toro (representación de Baal) y creía que ambos dioses eran manifestaciones distintas de una misma deidad. Hubo intentos de construir un panteón con los dioses cananeos teniendo a Yahweh como Dios supremo. Jeroboam, fundador del reino del norte con las principales tribus de la alianza, separándolas de la dinastía jerusalemita de los davididas, construyó dos templos oficiales, uno en Betel y otro en Dan, donde el culto era sincretista (I Reyes 12:26-33). A falta del arca que fue llevada a Jerusalén por los dadividas, Jeroboam introniza en los lugares sagrados imágenes de becerros, manifestaciones del dios viril. La intención no era sustituir a Yahweh por Baal, sino representar a un Yahweh viril a la manera de Baal. "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto", decía Jeroboam al pueblo apuntando a los becerros.

También en el sur encontramos una convivencia con la cultura baalizada. El rey David nombró administradores del templo de Jerusalem a los sacerdotes de Baal. Saúl tenía un hijo llamado Isbaal y un hijo de David se llamó Baalyadá.

Incluso tan tarde como después del exilio de Babilonia se econtró en una colonia de Elefantina un templo erigido a Yahweh y a Anat (hermana y esposa de Baal).

Lo planteado hasta aquí ha sido tomado principalmente del trabajo investigativo del Dr. J. V. Pixley: Pluralismo de tradiciones en la religión bíblica (Editorial La Aurora, Buenos Aires).

Origen y configuración del monoteísmo bíblico

Esta sección es una recapitulación de los escritos investigativos de B. Lang.

Los estudiosos de la religión judía suelen comenzar el debate sobre el monoteísmo con Josías (641-609) y no, como hicimos nosotros, con los Patriarcas o Moisés. La razón es muy sencilla: el movimiento monoteísta no adquiere categoría de oficialidad entre el pueblo judío hasta la reforma de Josías. En el año 622 a.C. presentaron a Josías, rey de Judá, un libro y se lo leyeron. Este libro, supuestamente encontrado mientras realizaban unas obras de restauración del templo, contenía un ordenamiento cultual que hasta la fecha no se había puesto en práctica: exigía la abolición de todo culto que no fuera el cutlo a Yahweh. Se trataba de un estatuto monolátrico. Al margen de la existencia de otros dioses y diosas, Judá debía adorar solamente a su Dios nacional, lo que iba en contra de la religión tradicional de Israel que era politeísta. "Suprimió los dioses paganos… que ofrecían incienso a Baal, al sol, a la luna, a los astros celestes y a todo el ejército de los cielos"(2 Re 23,5).

Prehistoria del movimiento en pro de la exclusividad

Hoy se admite generalmente que este libro de la reforma que presentaron a Josías constituye el fundamento del Deuteronomio. Tal vez este libro era contemporáneo a las peresonas que lo encontraron, pero el movimiento en pro de la exclusividad del culto a Yahwe, que es la base del libro, no es reeciente.

Vimos cómo en la época legendaria de Moisés (s. XIII a.C.) se inicia el culto a Yahweh. La mayoría de los escritores concuerdan en que a Moisés le fue ajena la idea de una exclusividad de Yahweh. Es decir, al mismo tiempo que se rendía culto a su dios, no se excluía la existencia de otros dioses. Es lo que se conoce como henoteísmo. Tanto Moisés como sus sucesores viven en las sombras de la leyenda y no en la luz de la historia.

Recordemos también la confrontación que se originó en el siglo IX en el reino del Norte entre el movimiento que preconizaba la exclusividad de Yahweh y un grupo de adoradores del dios Baal. El culto a Baal fue combatido por el profeta Elías, refrenado por el rey Jorán (832-834) y, finalmente, abolido por Jehú (841-813).

En el siglo VIII, el profeta Oseas luchó en el reino del norte por la exclusividad de Yahweh. El libro del profeta Oseas que aparece hacia el 750 a.C. se dice claramente: "Pero yo soy Yahweh, tu Dios, desde el país de Egipto. No conoces otro Dios fuera de mi, ni hay más salvador que yo" (Os 13,4). Esto es el fundamento de los diez mandamientos que surgieron mucho más tarde y dependen de las palabras de Oseas. En tiempos de Oseas, la adoración exclusiva de Yahweh era la exigencia de un pequeño grupo, y tal movimiento no inquietaba a los responsables oficiales del templo que "Sacrificaban a los Baales e incensaban a los ídolos" (Os 11,2). Con Oseas parece revivirse el "viejo conflicto" entre los seguidores de Yahweh y los de Baal en el s. IX.

Después de la caída del reino del norte (722) es probable que seguidores del movimiento en pro de la exclusividad vinieron a Jerusalen y consiguieron adeptos.. Lo importante es que el rey Ezequías de Judá (728-699) emprende una reforma cultual que responde a las exigencias del movimiento que se había iniciado en el norte. A este rey se le atribuye una profunda reforma del culto (2 Reyes 18,4), aunque si tenemos en cuenta la realidad histórica debió ser modesta.. El motivo de la reforma no se conoce. Tal vez esta medida obedeció a presiones del movimiento en pro de la exclusividad de Yahweh durante la invasión del ejército asirio, ya que se temía también cayera el Sur. Sólo una vuelta al Dios que liberó a los judíos de Egipto era el último recurso en situaciones difíciles como ésta.

Irrupción del monoteísmo

Después de la muerte de Josías (609) termina el momento de esplendor de la monarquía judía. Vuelven a llevarse ofrendas "a Baal, al sol, a la luna, a imágenes de los animales y a todo el ejército celestial". Los profetaqs Jermías y Ezequiel, descendientes de familias sacerdotales, toman las riendas del movimiento en pro de la exclusividad.

Una generación después de Jeremías, el profeta anónimo que llamamos Déutero-Isaías logra culminar los propósitos de este movimiento. Cuando el gobierno de los persas sustituye al imperialismo babilónico, el Déutero-Isaías reconoce al rey de los persas Ciro como el "Mesías" entronizado por Yahweh. Para este profeta Yahweh es el Dios absolutamente único, junto al cual no hay otros dioses.. Al parecer esta idea afloró en el Déutero-Isaías al entrar en contacto con la antiquísima religión monoteísta de Zoroastro, muy difundida entre los persas. Los judíos que vivían en Mesopotamia descubrieron en la fe de Zoroastro una religión semejante a la suya. Sobre todo encontraron doctrinas y costumbres en las que entonces se empezaba a hacer incapié entre los judíos: la doctrina de la creación, la unidad de Dios, las prescripciones sobre pureza y comidas. Ya en el siglo VI existen en el primer judaísmo ecos aislados de la doctrina zoroástrica sobre el más allá y la resurrección. En este punto, los judíos se mostraban inclinados a tomar de aquella religión una serie de doctrinas que en realidad no se impondrían hasta siglos después.

Por influencia del Déutero-Isaías, la idea monoteísta pasó al Deuteronomio y a la obra deuteronomista. Cuando estos libros recibieron su forma definitiva, se introdujeron en ellos expresiones monoteístas: "Yahweh es el verdadero Dios y no hay otro fuera de él" (Dt 4,35). En adelante no había que "añadir ni quitar nada" (Dn 13,1). Tampoco a los profetas se les permitían nuevas doctrinas.

La confesión de la fe monoteísta será la norma al momento de formar el canon bíblico. En este só se podía admitir lo que estuviera de acuerdo con la idea de la exclusividad de Yahweh o con su forma ulterior: el monoteísmo. Todo lo demás fue modificado o excluido. Esta es la razón por la que en el canon del Antiguo Testamento tenemos poquísismos testimonios de la antigua fe politeista de los judíos. En el relato del paraíso tenemos la amalgama de dos nombres "Yahweh-Elohim", lo cual nos indica que el relato originario sólo conocía al Dios creador Elohim, distinto de Yahweh, pero posteriormente identificado con él. En los primeros nueve capítulos de los Proverbios hallamos a "Doña Sabiduría" como figura poética; al parecer, en su origen habría sido una diosa autónoma importante para la escuela de funcionarios. El nombre Shadday, que se aplica a Yahweh, designa originariamente al dios protector del individuo y de la casa.

Con el Déutero-Isaías y la literatura deuterocanónica del sigli VI y V nos hayamos al final de un desarrollo que se había iniciado unos trescientos años atrás. El judaísmo poseía de forma definitiva una confesión de fe monoteísta, que conservaría inalterada a través de la historia y la transmitiría al Cristianismo y al Islam.

Del Dios nacional al Dios universal

¿Cómo el Dios nacional de un pueblo pequeño y poco relevante cultural y políticamente se convierte en un Dios universal? La idea del culto exclusivo a un dios determinado se da también en religiones politeístas. Todos los pueblos colindantes tenían un Dios regional y nacional (los moabitas adoraban a Kemosh, los amonitas a Milkom, los asirios a Asur y los egipcios a Amón-Re). Miqueas decía que "Todos los pueblos caminan cada uno en el nombre de su dios, pero nosotros caminamos en el nombre de Yahweh nuestro dios" (Miq 4,5). Estos dioses nacionales se ocupan de la guerra, de la paz, de la supremacía militar, del bienestar, del rey, etc. En el Israel politeísta, con Yahweh al frente como dios nacional, en cambio, se daba culto a otros dioses y diosas, cada uno con sus atribuciones particulares: la fecundidad femenina, la salud y el bienestar de la familia, el viento y el clima.

Con todo, había personas que, por sus circunstancias particulares, se intersaban solamente por el culto a Yahweh, aunque sin tener una vinculación exclusiva a este Dios. Tal era el caso del Rey David y el de los profetas. Pero aunque sólo daban gloria a Yahweh, la exigencia de adorar exclusivamente a Yahweh les es ajena. En el fondo, su fe erea politeísta.

Hubo una circunstancia que facilitó la exaltación de Yahweh sobre los dioses adorados en Palestina. Yahweh es el único dios que no tiene parientes. No es hijo de otro dios, ni tiene esposa ni descendencia. (El que Ashereá sea llamada esposa de Yahweh en las inscripciones de Hirbert el Qom parece deberse a un error de lectura. No sabemos qué papel desempeña la diosa Anatyahu del papiro de la colonia judía de Elefantina, ni en qué relación está con Yahweh. La Sabiduría personificada no es una hija real, sino sólo poética de Yahweh (Prov 8); originariamente era sin duda una hija real del dios creador El, que en Ugarit lleva el sobrenombre de "el sabio")

El mito oriental suele hablar no de un solo dios, sino de varias figuras divinas que tienen entre sí diversas relaciones, al igual que el hombre, tales como: el matrimonio, la familia o el parentesco.. El mito habla también de una sociedad divina con rey, asamblea de consejeros y diversidad de rango (como entre los sumerios). También el Antiguo Testamento conoce, aunque un poco tarde, la imagen de la corte celestial, si bien esta aparece ocasionalmente (1Re 22,19; Job 1,6). Los miembros, ahora ángeles, de la corte celestial tienen cada uno una misión especial y pueden contarse con los dedos de la mano. Los más sobresalientes son: Satán (el obstaculizador), Miguel (príncipe militar), Gabriel (revelador de misterios y sabiduría) y Rafael (tutor, ayudador constante).

Yahweh aparece como un personaje extraño y solitario, al margen de las relaciones habituales. Yahweh es un Dios sin hijos y sin mujer (El adorador del dios ugarítico Él entra inmediatamente en contacto con los "hijos de Él" y con Ashirat, la esposa de Él). A Yahweh, como dios solitario, ningún pariente le disputará el poder. Esto facilita su elevación a la categoría de Dios único.

A esto hay que añadir que los dioses orientales son a veces objeto de un "culto exclusivo". Cuando a un dios se le ofrece el honor de una "monolatría momentánea", éste no puede resistir al deseo del hombre y concederle lo que le solicita. En la biblia hay tres ejemplos de monolatría momentánea: Jeremías 44,18; Daniel 11,37-38 y Daniel 6,8.

Desde el siglo IX, los dos reinos de Israel y de Judá se hallan sometidos a las potencias asiáticas. Durante este período surge el movimiento en pro de la exclusividad de Yahweh. Solamente de él, el único que vela por el bienestar nacional, se puede esperar ayuda. Cuando el reino de Judá es aplastado por Babilonia surge la idea de un dios único que domina todo el mundo. "El monoteísmo es la reacción ante una situación política de apuro en la cual no se puede esperar ya nada de la diplomacia ni de la ayuda militar exterior. Existe sólo un salvador: el Dios único. La historia del monoteísmo es parte de la historia más amplia: la de la destrucción de un pequeño estado". En lenguaje teológico se podría decir que el monoteísmo soteriológico es anterior a la dogmática monotísta.

Con relación al Dios universal, es curioso observar que la globalización del dios nacional va casi paralela a la doctrina de la creación. El pueblo judío tenía conciencia desde un principio que Yahweh era creador del pueblo de Israel y creador del orden moral, pero no creador del mundo. La elaboración de la doctrina de la creación es muy posterior a la historia de la formación de Israel. Esta se inicia en sus contactos con los cananeos y se perfecciona bajo el dominio de los imperios de Asiria y Babilonia. Si el Dios nacional crea el mundo, éste debe ser también dios del mundo, dios de todos, no sólo de los judíos.

Confrontación a raíz de la globalización de Yahweh

El paso de un Dios nacional (el Yahweh de Israel) a un Dios universal (el Yahweh de todo el mundo) trajo confrontaciones entre los judíos religiosos representantes de la oficialidad y aquellos otros grupos destacados por su espiritualidad y mística religiosa que se desarrollaron al margen de la oficialidad (los esenios, los seguidores de Jesús). Estos grupos espirituales crearon la doctrina de que para ser hijos de Dios, e incluso miembros del pueblo de Israel, no era necesario ser judíos. El único requisito que se establece ahora para ser hijo de Dios es ser "bueno"; por consiguiente, cualquier persona buena de cualquier parte del mundo puede ser hijo del Dios de los judíos y participar de los bienes del reino de Dios. Por primera vez prevalece la moral sobre la etnia. En este contexto es que surge también la doctrina de los ángeles caídos. Aquellos escritos que resaltan tanto la conducta moral para ser hijos de Dios como la doctrina de los ángeles buenos y malos nunca pasaron a ser libros oficiales o canónicos en el Antiguo Testamento. Sólo el Nuevo Testamento se hará cargo de oficializar estas doctrinas. Menú

La Experiencia Africana

La experiencia religiosa africana es una experiencia totalizante en que lo sagrado invade toda la existencia y en que se elaboran unas relaciones estrechas entre el mundo visible de los seres humanos y las cosas y el mundo de lo invisible, regido por un Dios creador y movido por unas potencias (potencias conocidas en la literatura popular como deidades) que, bajo nombres distintos, representan las funciones y manifestaciones diversas de ese Dios único. A todas estas relaciones subyace la energía vital de que participan todos los seres. En los sistemas religiosos africanos se manifiesta una construcción jerarquizada: un Ser supremo en la cúpula, inacesible la mayor parte de las veces, que después de llevar a cabo su obra de creación se ha retirado más o menos, un dios ocioso que posee cuanto necesita y que, por consiguiente, no echa de menos el culto ni las plegarias de los seres humanos. Pero no los ha abandonado del todo, pues les ha dejado como ayuda y guía los genios y los fetiches. El animismo de los pueblos africanos no está en contradicción con el reconocimiento de un Dios soberano, trascendente, fuente única de la vida. Es simplemente un testimonio de la importancia que posee la idea de mediación en el pensamiento africano. Pero también es verda que, en la realidad cotidiana, este Dios supremo apenas es reconocido por el conjunto de los africanos, si dejamos de lado a unos pocos teólogos que han alcamzado la meta de la iniciación.

Muchas personas confunden el politeísmo con la figura en que el ser supremo está acompañada en la mayoría de las poblaciones primitivas de una multiplicidad de figuras intermedias que representan otros tantos poderes (poderes de la fecundidad, fenómenos atmosféricos...) capaces de influir sobre la vida de los seres humanos y a los que éste se dirige rindiendo culto para que le protejan. Estas figuras intermedias, como es el caso de la religión africana, terminan relegando a la figura del ser supremo a un segundo plano, a una pasividad y ociosidad religiosa casi completa.

Las prácticas rituales animistas y fetichistas ocultan la mayor parte de las veces la expresión de un monoteísmo básico, hasta el punto de que se puede afirmar que en las sociedades tradicionales del Africa negra Dios, conocido como "El Gran Nombre", La Gran Promesa", "El Dueño de los Olvidados", queda fuera del alcance de los seres humanos. En cuanto a esta retirada de Dios, los mitos atestiguan que se produjo como consecuencia de una culpa de los hombres que transgredieron un mandamiento divino. Fue el hombre el que expulsó a Dios de la tierra. Todo empieza por la teología y acaba en la antropología.

Pero este Dios lejano está al mismo tiempo cerca del hombre. No sólo en virtud de la mediación de las divinidades o deidades secundarias que lo "reemplazan", sino también gracias a la sabiduría difundida por los mitos que constituyen la referencia de todas las acciones humanas. Estas deidades o "seres" mediadores serán sustituidas en la américa cristiana por los apóstoles, santos (santería), vírgenes, incluyendo la Virgen María, del calendario católico. Es accesible también al hombre africano a través de las sociedades de iniciación. El proceso iniciático desemboca en el conocimiento del Dios soberano y en una auténtica deificación del hombre (el "santo"), según los ritos de la muerte del neófito, de su estancia en una tumba simbólica y del renacimiento del hombre nuevo, que evocan los ritos de los antiguos cultos mistéricos. El hombre nuevo debe después crecer y madurar, se siente llamado a la perfección en sus relaciones con Dios y a la posesión de todos los principios divinos, viviendo una experiencia de identificación con Dios que es en realidad una experiencia mística.
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